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Masacres y desgobierno

A la problemática de la pandemia, se le debe sumar el aumento de las masacres. A lo largo del 2020, en Colombia se registran por lo menos 33 masacres, acontecidas en pueblos de la periferia del país, donde el conflicto armado y la ausencia estatal han destacado


Agosto es un mes importante respecto a la pandemia, pues es el mes donde se han terminado de desarrollar y de gestionar las nuevas medidas funcionales en Colombia para, de esta manera, generar una reactivación el vida económica, principalmente. Sin embargo, también ha sido el mes del incremento de las masacres. Pasaron meses, incluso años, para que este tema no fuera documentado con frecuencia, pues se había presentado una reducción considerable en masacres como consecuencia del Acuerdo de Paz con las FARC.

Ante el aumento de esta problemática ligada al conflicto armado en Colombia, la manera de afrontar dicha situación por parte del Gobierno tampoco ha sido la esperada. Por el contrario, su accionar sustenta el poco interés de este Gobierno por afrontar esta dificultad desde sus causas originales. Tanto así que Iván Duque, presidente de Colombia, y algunos miembros gubernamentales, han preferido apelar al espejo retrovisor, para buscar culpables lejanos —y que a la vez favorezcan su postura política— en lo cual encuentran un argumento para explicar su incapacidad a la hora de actuar y proteger a la ciudadanía.


Ausencia estatal, una de las principales causas.


En su funcionamiento, Colombia es aún un Estado centralista y las masacres son una contundente prueba de ello. Los lugares donde han sucedido las masacres son en las periferias del país, en municipios donde sobresale la pobreza, el aún vigente conflicto armado entre grupos al margen de la ley, y una limitada o ausencia estatal. Aquellos componentes son más notorios desde el posicionamiento del nuevo Gobierno, pues este se ha caracterizado por oponerse y no implementar los Acuerdos de Paz con las FARC, además implementando una política de negar, desmentir y reducir los problemáticas de toda índole que abundan en el país.


A raíz de esto, los grupos al margen de la ley han encontrado en aquellos territorios que dejaron las FARC, una valiosa fuente para expandir su dominio y, en consecuencia, el de la producción de materia ilegal (marihuana y cocaína) y la explotación ambiental. Al existir varios grupos al margen de la ley, la disputa armada ha sido el recurso para definir el nuevo dominio territorial. La utilización de los recursos bélicos se producen desde dos perspectivas: en primer lugar, entre grupos armados que se enfrentan entre sí; y segundo, orientadas hacia la población civil, a quienes, aprovechando su estado de indefensión, asesinan y amenazan.


Esta es una situación que ha existido a lo largo del conflicto armado, pero, en esta coyuntura, todos los focos de atención estaban destinados a la pandemia y poco se documentaba esta problemática, hasta hace unas cuantas semanas que ciertos líderes comunitarios, mediante redes sociales, divulgaron esta problemática. El asunto tomó mayor relevancia cuando la ONU, mediante un comunicado, informó de lo que son al menos 33 masacres en lo que va de 2020 y 97 asesinatos de defensores de derechos humanos, siendo este un comunicado que venía acompañado de una sugerencia al presidente Iván Duque por implementar los Acuerdos de Paz y de desarrollar estrategias optimas que permitan apaciguar aquellas problemáticas.


Desgobierno Duque


El presidente Iván Duque se ha centrado casi de manera exclusiva a la pandemia, omitiendo e ignorando una serie de problemáticas agudas en el país, razones que generaron varias civilizaciones el año pasado, exigiéndole una mejoría en su papel como jefe de Estado. Ante el aumento de las masacres el presidente ha demostrado la poca capacidad que hay en él y en el resto de su cúpula para hacerle frente a las problemáticas del país.


Los eufemismos han sobresalido. El presidente Iván Duque le ha restado relevancia a las masacres, en primer lugar, llamándolas con otro término: asesinatos colectivos. Aunque podría parecer que no hay trascendencia en esta diferencia semántica, sí lo hay, pues al emplear conceptos que no obedecen al de masacre se estará restándole valor e ignorando algunos componentes propios de dicha situación.


Asimismo, el presidente ha expresado apatía ante las muertes de los ciudadanos. El actuar del presidente ha sido el de exponer gráficos que comprueben que en su período presidencial los casos de masacres —o asesinatos colectivos como él se refiere— han disminuido, lo cual es sumamente falso y, por el contrario, las masacres han aumentado desde que él está en la presidencia. Esto es una constante en este mandatario quien, aunque ya lleva más de 2 años en el poder, sigue culpabilizando al gobierno anterior por las problemáticas de las que hoy es incapaz de afrontar. El presidente continúa ensimismado en emplear el espejo retrovisor, el cual prometió en época electoral no usar, para justificar la ineficiente capacidad de gestión que existe en él y en su Gobierno.


Cambio estructural y no sustancial


Se ha mencionado que las masacres es una problemática que ha existido y documentado desde el siglo anterior, pero, ante Gobiernos inoperantes, se hace más evidente, como en el caso actual. Por tal razón, al ser esta una problemática estatal que ha perdurado por años, se requiere del desarrollo de políticas públicas y sociales que permitan de esta manera abordar la situación desde las causas más profundas, en las que destacan las desigualdades del país, la constante necesidad de acudir al prohibicionismo, y la representatividad de políticos que no representan a la ciudadanía y que persiguen intereses particulares, ignorando el bienestar social.


Foto: Leonardo Castro-AFP


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