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La incertidumbre del mañana

El Coronavirus generará repercusiones, es algo innegable. Sin embargo, hay un universo de posibilidades sobre aquello que puede pasar o no. Nadie sabrá con realidad qué sucederá, pero sí es importante analizar en aspectos que dan indicios en lo que podría pasar.




El Coronavirus ha generado un cambio de vida, al menos sustancial, en la población. Se menciona el término sustancial, ya que muchas personas consideran que dichos cambios —que en buena parte son producto de una obligación— irán desapareciendo a medida que la pandemia se encuentre controlada, de forma considerable. Sin embargo, considero que no todo volverá a la normalidad, un evento de tal magnitud genera repercusiones considerables en el estilo de vida, algunos cambios serán de carácter beneficioso y otros no. Por tal motivo, a lo largo de este escrito hablaré y expondré algunas situaciones que se pueden producir en el mundo post coronavirus.


Problemáticas sociales


Diariamente se expresan comportamientos discriminatorios entre la humanidad, los cuales poseen una amplia variedad. Sin embargo, a raíz de la situación que se atraviesa, actitudes xenófobas han tenido mayor empleo. La necesidad por determinar culpables ha encontrado en la persona extraña, proveniente de otro territorio, un lugar adecuado para señalar. Y, en buena medida, se ha apuntado al continente asiático, especialmente a China, país donde se confirmó el primer caso de Covid-19.


Dicha población ha sido discriminada en varios pasajes de la historia y, en esta oportunidad, lo ha vuelto a ser. Por tal razón, la sinofobia (resentimiento y discriminación hacia la población China) ha experimentado un aumento preocupante en los últimos meses. Estos actos se han desplazado por todo el mundo, pero en Italia, Francia, España y Estados Unidos se han reportado la mayoría de casos. Tanto así que en España surgió el hashtag #NoSoyUnVirus. Como respuesta a los actos discriminatorios, mediante ese hashtag se ha buscado promover conciencia a los comportamientos que reciben desde menores de edad en sus colegios, hasta los adultos en centros clínicos.


En asociación a la discriminación se verá el aumento del nacionalismo. Incluso ya se empieza a ver esa actitud por proteger y brindarle una atención prioritaria a aquello comprendido como local. Por ejemplo, en Ucrania se han presentado manifestaciones en contra de la atención médica que han recibido personas provenientes de vuelos internacionales y que encontraron en dicho país un auxilio necesario. Dichas manifestaciones se han presentado incluso cuando ninguno de los ciudadanos extranjeros fuera portador de la enfermedad. Otro ejemplo se ve en Estados Unidos, desde su presidente, Donald Trump. Fiel a su cultura y pensamiento de supremacía, Donald Trump ha empleado la coyuntura para promover un nacionalismo acompañado de la sinofobia, pues en más de una declaración se ha referido al Covid-19 como el virus chino, lo cual, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede ocasionar graves consecuencias en dicha población.


Asimismo, la pobreza y las diferencias sociales se harán más evidentes y amplias. A nivel económico se espera una recesión mundial, pero Latinoamérica será el sector más afectado. En general, los países en vía de desarrollo afrontarán mayores crisis, como consecuencia de la pandemia.


Variaciones en el funcionamiento estatal


En la actualidad, hay modelos de Estado Social, Autoritario o Liberal, donde, por cuestiones de derechos humanos y aspectos éticos, el modelo más apropiado—quizás el menos desafortunado— es el Liberal. Dicho modelo de Estado tampoco es muy abundante, pero países como Canadá, Japón y Holanda han demostrado amplios resultados positivos en la implementación de una vida, medianamente digna e igual a las poblaciones que componen dicho territorio. No obstante, el Estado Autoritario de China y Corea del Norte han presentado, y están vendiendo a la población, amplios resultados en el manejo de la coyuntura, buscando un impulso direccionada al afianzamiento de dicho Estado por el mundo.


Los aparentes resultados positivos son vistos a través del rápido control de la situación; sin embargo, poco se habla de la alta violación de libertades que se ha llevado a cabo para lograr este objetivo. Por ejemplo, en China e Israel las personas que son confirmadas con Coronavirus deben brindar la información de sus dispositivos móviles de forma directa al Gobierno, la cual, en primera instancia, se usa con el fin de prevenir a otras personas que corren un amplio riesgo de contagio; pero, también se puede emplear para otros motivos.


Situaciones como la anterior demuestran que en estos días el Estado Social ha tenido un mayor uso y se seguirá empleando, pues se ha afianzado el ideal de darle prioridad al bien común, por encima del individual. Sin embargo, el problema radica cuando muchas libertades se han oprimido y pueden correr un riesgo en el futuro, pues, como lo dice la analista Naomi Klein, “la conmoción es un momento propicio para establecer un nuevo sistema de Gobierno”. Y es que gran parte de la población mundial se encuentra o ha estado en un confinamiento, lo cual trae consigo la restricción de libertades como al libre tránsito. Con relación al Estado Social muchos países han declarado el Estado de Emergencia, situación extraordinaria que genera temor en varios sectores del mundo, porque muchos mandatarios pueden emplear ese poder único para establecerse en el poder o buscar intereses particulares por encima de los generales. Además, el Estado de Emergencia se relaciona con discursos de miedo que fomentan la discriminación y, de forma inconsciente, la renuncia a ciertas libertades.


“En cualquier tipo de cultura política (democrática o no) cuando existe alguna combinación de incertidumbre, inseguridad y miedo, los ciudadanos por lo general están más dispuestos a sacrificar ciertas libertades y hasta pueden llegar a pedir (sin necesariamente tener conciencia de ello) que el Estado se las quite”. Arlene B. Tickner

Variaciones en el funcionamiento estatal


Filósofos del mundo moderno han profundizado en el debate sobre el mercado, el capitalismo, el comunismo o un nuevo sistema económico. Dicho debate ha marcado la diferencia entre dos de los filósofos con mayor trascendencia en el último tiempo: el esloveno Slavoj Zizek y el surcoreano Byung-Chul Han. El primero considera que esta situación es una oportunidad adecuada para erradicar el capitalismo—que sigue comprobando su inviabilidad— y es un momento oportuno para una reestructuración de lo que se comprende como comunismo o la creación de un nuevo sistema, donde la relación de confianza entre ser humano y ciencia debe ser fundamental. Por su parte, Byung-Chul Han considera que el capitalismo tendrá un mayor impulso, argumento que considero más viable.


“Ningún virus es capaz de hacer revolución” es una de las frases más reproducidas de su ensayo en el que habla sobre el momento que atraviesa la humanidad. Para comprobar que el capitalismo va a tener una mayor pujanza, el filósofo se centra en el aspecto de la solidaridad y la revolución.


Una de las bases fundamentales del capitalismo es el individualismo que se promueve y muchas personas consideran que el Coronavirus ha demostrado varias muestras de solidaridad, a lo cual responde Byung-Chul Han de la siguiente manera: “La solidaridad consiste en guardar distancias mutuas, no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa.” De esta forma, demuestra que las muestras de solidaridad se enfocan más en la supervivencia, la cual está netamente relacionada al egoísmo, lejos de romper el individualismo afianzado en el capitalismo. Por otra parte, considera que “ningún virus es capaz de hacer la revolución” y no se puede dejar a manos de ella, pues la revolución debe ser llevada a cabo por la humanidad.


A pesar de la discrepancia de ambos filósofos, ambos coinciden en que está es una oportunidad valiosa para que la sociedad repiense los comportamientos con los que convive hace muchos años y que, día tras día, comprueban lo inviables y contraproducentes que son. Tal cual como lo presenta el filósofo esloveno, ojalá después del Coronavirus “(…) otro virus, ideológico y mucho más beneficioso se propague, y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global”. Ojalá y ese virus sí se dé.





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